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VIAGRA EN LA CANASTA FAMILIAR (OPINIÓN)
EL TIEMPO, Miércoles 22 de Agosto, 2007
Por: Florence Thomas, Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad
¿Cuál es la razón del crecimiento súbito de estas fallas del deseo sexual de nuestros
prohombres?
Hace poco nos informaron que el Dane modificó el contenido de la canasta familiar.
Encontramos el teléfono celular, el agua en botella, el "corrientazo" o almuerzo popular
y el viagra, entre otras cosas. Motivos: la sociedad cambia y hay que adaptarse a los
nuevos consumos de los colombianos y de las colombianas.
La inclusión del viagra para las disfunciones eréctiles de los hombres me llevó a indagar
si los anticonceptivos y los condones estaban también en esta canasta. Menos mal, sí
están. De lo contrario, hubiera hecho un verdadero escándalo. De todas maneras, no
deja de inquietarme que, según el director de la Asociación de Laboratorios
Farmacéuticos, las ventas de tratamientos para la impotencia aumentaron de una forma
tal que se justificó instalar el viagra en la canasta familiar colombiana al lado del
teléfono celular.
A ese propósito y según fuentes fidedignas, el viagra es hoy el medicamento más
vendido en el mundo y representa ya el más importante éxito comercial de la industria
farmacéutica. Y me pregunto la razón del crecimiento súbito de estas fallas del deseo
sexual de nuestros prohombres.
¿Qué les estará pasando? ¿Crisis de identidad de la masculinidad tradicional? ¿Estrés
laboral? ¿Asustados por mujeres que se volvieron activas en la cama? ¿Anorexia sexual
masculina generalizada? ¿Efectos del calentamiento global del planeta? No sé.
Pero si quieren que les dé mi apreciación, lamento que estas pildoritas azules se vuelvan
el consuelo de todos y de todas en materia de sexo. Y lo lamento porque en el fondo no
resuelven nada. Como lo menciona Mireille Dubois-Chevalier, sexóloga francesa, el
éxito del viagra reside tal vez ante todo en su formidable capacidad de suscitar un
inmenso fantasma colectivo que se refiere evidentemente al mito universal de la
superpotencia sexual masculina.
Sin embargo, mi generación, que no conocía ese remedio a la flojera del "asta viril",
pero que apreciaba ese miembro juguetón y travieso que, si bien algunas veces no era
tan triunfante, no por esto se rendía. Por el contrario, nos permitía hablar de sexo,
reírnos de estos pequeños avatares humanos, pues los hombres, nuestros compañeros,
no tenían que ser distribuidores automáticos de orgasmos. Pero, sobre todo, se
desencadenaba la imaginación.
Nos acordábamos entonces de que teníamos manos para la caricia profunda, boca,
lengua, palabras, risas, y sabíamos que el mejor remedio a estas fallas geológicas de la
firmeza del terreno eran el diálogo, el humor y la certidumbre de que nada sustancial se
había perdido.
Probablemente, una de las ventajas de las mujeres en ese terreno es que nuestras fallas -
y son más comunes de lo que se cree- nunca nos han señalado pérdidas tan
significativas. Si no se logró hoy un orgasmo cósmico, pues será mañana. Claro está que no estoy hablando de enfermedades crónicas de la erección masculina para las cuales el viagra representa un adelanto terapéutico evidente. Estoy hablando de estas pequeñas fallas normales de una sexualidad humana que no necesita ser performante, una sexualidad que a veces se rinde. Un consejo para las parejas: antes de comprar viagra, practiquen el sexo oral, es decir, hablen de sexo y después, dejen correr la imaginación. Y un deseo final: que se incluya también en la canasta familiar una buena dosis diaria de cambio cultural para hombres menos héroes conquistadores y mujeres menos demandantes de machos superdotados.

Source: http://www.dane.gov.co/files/rprensa/Viagrafamiliar.pdf