EDUCACION, SOCIEDAD Y CULTURA: EL SENTIDO DE LA
olo este pa´ıs, se adentra en tiempos arduamente dif´ıciles. No es pecar de exagerados si se
afirma -y se parte de ello, en consecuencia, para todo nuestro hacer cotidiano- que estamos a las puertas deuna crisis cuyas ra´ıces calan m´
as hondo de lo que hasta hoy se supone y que habr´
asticos en lo que ha sido nuestro “modo de vida”, sea ´
Triple crisis, mejor dicho, al menos en su manifestaci´
caso con sus caracter´ısticas peculiares, se expande en escala planetaria, al margen de fronteras nacionales,sistemas pol´ıticos o econ´
omicos, creencias religiosas y fantasmas ideol´
elites mandantes; crisis que afecta por igual a las instancias objetivas en que el hombre
o su comodidad y sosiego, pero que afecta, tambi´
efecto se confunden, a su idea del mundo, a su subjetividad espec´ıfica, al mundo, en suma, entendido comohecho de cultura.
on, estado, iglesia, familia, econom´ıa, sociedad, entran hoy en trance de quiebra o, cuando menos, en
la puesta en duda radical de su utilidad y servicio, pero tambi´
en la idea individual que de s´ı, y de los otros,
de su hacer cotidiano en el mundo, los ideales y creencias en que se bas´
igualmente en estado de quiebra. No nos sirven ya, o malamente nos acomodan como muletas para evitarcaernos, pero ese cuerpo de creencias, ese andamiaje ideol´
ogico que hasta hace poco fue el basamento de
on del mundo, nuestra cultura, carece ya de respuestas v´
tiempo.“ El repertorio de nuestras posibilidades vitales”, que dir´ıa Ortega (Rebeli´
De aqu´ı que la incultura sea el hecho “cultural” m´
as destacado de nuestro tiempo; una incultura, para peor,
olo se amplifica y se expande, socialmente, a velocidad aterradora, sino que, en tanto y cada vez
as los marcos de referencia que hubieran podido permitirnos ubicar la ra´ız del problema se diluyen, va
endose, de modo “natural”, en la cultura. Pero, esta “cultura”, espuria de ra´ız, impuesta -por decirlo
un modo- desde afuera, no nos sirve de nada, o de muy poco. Se soporta, pero no se vive; no puede
vivirse, aunque se quisiera, justamente por su extra˜
a y me es dada -y no a gotas sino a borbotones- pero, aun acept´
andola como la cultura, se queda ah´ı, en mi
externidad, en mis afueras, como pegoste o, si se prefiere, como adorno; carece de ra´ız, es vol´
en suma. Por ello puede, cuando mucho, pasmarnos, pero ni nos nutre ni nos arraiga sino al contrario:desarraiga. Y, lo que es m´
as grave, este desarraigo se traspasa, acrecentado, a las nuevas generaciones. Se
movemos, o no nos movemos, mejor dicho. Es lo de menos porque, a fin de cuentas, esta “cultura”, estemodo de vida es, si no el que nos merecemos, s´ı, al menos, el aceptado, sin mayores cuestionamientos. Lainsatisfacci´
on vital que nos provoca, la inseguridad, tambi´
futuro que nos plantea, no son, al parecer, elementos suficientes para hacernos salir de nuestro pasmo.
alido: quiere decir vital; quiere decir sentido y vivido hasta la entra˜
eso: las ganas de vivir, las ansias de hacer mundos, parecieran, ya, definitivamente idas. La educaci´
no educa. No podr´ıa hacerlo, tampoco, aunque quisiera. Carece de bases, de sustrato, de fundamentos; demarcos de referencia, al cabo; de cultura, para decirlo pronto. Informan, ¿luego? Este “luego” y el vac´ıocultural y social que, a partir de ah´ı, ha venido conform´
andose y que es, sin lugar a dudas, la causa principal
de esta crisis, no preocupa a nadie. Nosotros mismos borramos toda idea del futuro y, ya con la concienciatranquila en cuanto a que no habiendo ma˜
nana no hay que preocuparse por construirlo, nos aferramos a un
*Coordinaci´on General de Apoyo a la Extensi´on de la Cultura y los Servicios. ANUIES.
Triple crisis, pues, reducible a una sola: de fundamentos; de p´
erdida o de extrav´ıo de nuestro hacer en el
e. De aqu´ı, en rigor, se desprenden las otras: una,
orica”, de largo plazo, de movimiento lento y subterr´
inexplorado campo de la mentalidad social, y que arrastra consigo cambios profundos en las actitudes yexpectativas de cada grupo; crisis, en suma, del “modo de vida”, de la cultura que la modernidad trajoconsigo. Coyuntural la otra, de corto plazo, econ´
pero cuyas ra´ıces se hunden en las deformaciones que la modernidad indujo en la estructura social, y que hoyrevierten a esa misma sociedad como de ra´ız no estrictamente econ´
omica sino social, esto es, como problemas
de estructura y no de coyuntura. Cierto es que la autonom´ıa lograda por la esfera de lo econ´
el hecho de que su poder decisorio se encuentre concentrado en muy pocas manos, y que su l´
sea la misma en que la sociedad se desenvuelve, dificulta no s´
del problema, esto es, modificar el horizonte de expectativas que ahora no act´
de esos problemas. En tanto el actual modelo prosiga, la crisis econ´
a sino profundizarse hasta colocarnos en una situaci´
on y como sociedad, sobre todo por la falta de respuestas viables ante el hecho del retroceso de los
(falsos) niveles de crecimiento hasta hoy alcanzados. De un modo o de otro, esto implica el fin de buenaparte de las expectativas que la modernidad trajo consigo, vinculadas, muchas de ellas, a la expansi´
on superior y al consiguiente crecimiento de los sectores profesionales intermedios, y que a´
acilmente alcanzables para las grandes mayor´ıas. La imposibilidad en que estamos
de ofrecer alternativas viables a lo que puede ser una frustraci´
on colectiva de incalculables proporciones, y
un en lo que a la juventud respecta, no es sino una clara muestra de lo irrazonable que una raz´
carente de sentido como la nuestra puede mostrarse. Esto es, sin embargo, y aun reduci´
e callejones sin salida puede llevarnos la idea moderna
omicos que han precipitado la actual crisis de coyuntura tienen todos los visos de convertirse
en permanentes. El fantasma del subdesarrollo ha dejado de ser tal para asumirse de cuerpo presente, y talvez para siempre, lo que no ser´ıa, desde luego, ninguna cat´
astrofe. A fin de cuentas, el del “desarrollo” no
as de los innumerables mitos en que estamos encajonados, y su derrumbe, si es que podemos
adaptarnos a ello, puede sernos, en tanto conjunto social, m´
De no ser esto, de insistir, como sociedad, en la reproducci´
on de un modelo por completo agotado, no cabe
duda que a las dificultades propias de una situaci´
a, en la medida en que sus expectativas de “desarrollo” y de “progreso” individual se vean cada vez
ambito, el del desempleo profesional es un problema que tiende a agravarse en
forma creciente y, sin embargo, poco es lo que se hace (o lo que puede hacerse, mejor dicho, puesto que supropia l´
ogica lo ha convertido en un problema de no f´
on), ya no para resolverlo sino para preverlo:
umero de egresados de nuestras instituciones de educaci´
las cada vez menores oportunidades de empleo remunerado, en relaci´
on a punto de ser desbordada por su propia desmesura. No hay catastrofismo en esto.
on esperanzadora que hoy cabe asumir es, justamente, la de calar hasta sus
ultimas consecuencias en las causas reales que nos han tra´ıdo hasta este punto en que los acontecimientosparecen estar llegando al l´ımite en que a´
on” pueda comprenderlos y actuar sobre ellos. Pero la
a, ella misma, en crisis; de aqu´ı, como dice Pedro Salinas, “el mayor desprop´
on, inventora de la medida, presunta operaria del orden, se especialice en la producci´
as precioso e indisentible modo de razonar, el cient´ıfico, acaba en brindarnos /. . . / la
omica, la gran manzana del pecado original de nuestro para´ıso moderno. El homo rationalis se
rodea de atrocidades, de disparates, y los contempla embobado”.1
La crisis de la modernidad no es sino la crisis del (falso) modelo de desarrollo a que el pa´ıs fue inducido, del“modo de vida” que la sociedad nacional adopt´
o como suyo. Su quiebra es la de la sociedad misma, la de
sus instituciones, incluyendo a las de educaci´
on superior y de lo que debiera ser y no es un lenguaje com´
omica, o que vemos y sentimos primordialmente en sus aspectos econ´
omico lo esencial de ese “modo de vida”, pero que es, ante todo, social, y que requiere, en
tanto esto, de alternativas que, sin excluir, desde luego, lo econ´
Aun estando ellas mismas “en crisis”, toca a las instituciones de educaci´
no de estas alternativas al modo de ser, hoy en quiebra, que ha sido la naci´
olo este pa´ıs- se acerca a lo que, sin falsos pesimismos, podr´ıa llamarse una “situaci´
de sobrevivencia”, y en la que a gusto o a fuerza habr´
fondo de la sociedad que la integra, pero que no est´
a, por desgracia, preparada para ellos; que a´
a la espera de que sus expectativas de movilidad econ´
omica y social se vean cumplidas. Por lo pronto, y en
on superior uno de los canales preferentes para la movilidad, e incluso un requisito
indispensable para el ingreso en el sector “moderno” del pa´ıs, su crecimiento desmesurado, en s´ı mismo loable,pero sin sentido cuando se le contrapone la realidad nacional, amenaza con llevarlo a un punto muerto. No esposible que prosiga su expansi´
on desorbitada, pero tampoco frenarla bruscamente: el hecho es que el pa´ıs real
soporta ya una sobrecarga de profesionistas que esa realidad no requiere, y seguirlos produciendo sin sentidopuede llevar a que el tenso equilibrio que ahora apenas se soporta se quiebre de repente. La conciencia deello debe llevar a las instituciones de educaci´
en estos tiempos, y a comunicarla. No es, de otra parte, un problema nada m´
sobre todo, cualitativo, y no de orden meramente acad´
emico, sino social y humano: no hay nada m´
que un individuo o una colectividad frustrada en sus (aparentemente) m´
as elementales deseos, y el del t´ıtulo
(universitario o no) y de un status econ´
omico y social (supuestamente) acorde con los estudios realizados
son, hoy por hoy, deseos que, casi sin excepci´
on, todos quieren ver realizados. Esto, sin embargo, a partir de
ahora empieza a ser imposible de cumplirse.
Era, para decirlo de alguna manera, una “moda” que la modernidad impuso, y el final de ´
La “modernidad” supuso, para nuestro pa´ıs, en lo social y econ´
omico, nuestra inmutable permanencia en el
endase por esto lo que quiera entenderse, lo evidente es que el precio ha sido demasiado
caro; no hubo -ni pod´ıa haberlo- desarrollo aut´
maquiladora para las grandes trasnacionales, pero s´ı se provoc´
o, en lo social, un cataclismo cuyas primeras
repercusiones empiezan apenas a verse ahora, y que encuentran en la violencia cotidiana, en las masaspauperizadas que se hacinan en las grandes ciudades y en la p´
erdida de sentido de todo nuestro quehacer
as concreta. Hasta ellas llegaron, por la deformaci´
social, las expectativas sin l´ımite que un futuro de bienestar y progreso tambi´
olo obtuvieron, sin embargo, promesas. Los despojaron y nos despojaron -a la vez que dejamos
que nos despojaran de toda identidad y de toda raigambre, y hoy no somos ya ni naci´
nada. Cierto: los medios masivos de comunicaci´
tarea desnacionalizadora y apaciguadora de los verdaderos intereses nacionales, un papel de importancia. Loverdaderamente grave, sin embargo, fue la impunidad con que lo hicieron, la nula resistencia que encontraronen su tarea.
e cultura se requieren para mover a una sociedad en un sentido en el que muchos de sus
valores y actitudes ante la vida tienen que ser derruidos por ella misma? Porque para lograr estos cambiosse requiere de una educaci´
on y una cultura -una forma de vida- que vaya mucho m´
optima que sea, no bastan para conformar ni la naci´
e se mide?) y cansancio. hartura social. ¿Qu´
arsele a una sociedad, a un pa´ıs en esas condiciones?, ¿y de qu´
a conformar los m´ınimos rasgos de identidad precisos para cualquier acci´
Ahora, si es que algo puede hacerse todav´ıa, los principales obst´
justamente, la apat´ıa y el cansancio para, siquiera, saber si hay alternativas, en qu´
podr´ıan llevarse a cabo. Porque no tenemos ni la sola idea de qu´
Esto, de un lado, porque en tanto las miserias y las grandezas de la modernidad han sido asumidas porla sociedad como el “modo de vida” deseable, se hace necesario romper -y substituir por otros- los patro-nes rutinarios del comportamiento social y, desde luego modificar los que hasta hoy han sido patrones decomunicaci´
on social. Aun en esto, el subdesarrollo cultural amenaza ahogarnos. No s´
en maquiladoras de mercanc´ıas sino tambi´
ajenos a nuestra realidad lo que nos ha incapacitado para generar un desarrollo (econ´
Se trata, pues, de ahora en adelante, de crear, en lo material y lo cultural, las bases para que esa autonom´ıapueda desarrollarse plenamente. No hay que olvidar, de otra parte, que este mismo proceso desnacionalizadortiene tambi´
en causales internos que deben modificarse, en tanto sea posible hacerlo, pues las reales tendencias
on de las estructuras sociales existentes nos colocan ante el riesgo de una ruptura
nacional de imprevisibles consecuencias.
Es en este sentido donde la consolidaci´
on de aquellos elementos que permitan reforzar las (posibles) se˜
primarias de identidad se generen en el nivel de la ciudad, el del municipio o de la regi´
importancia. No en balde uno de los signos de nuestra ´
epoca es el del regreso a, o el resurgimiento de, las
on social. La aldea planetaria“ parece des-planetizarse por instantes y volver
on-estado no puede escapar a esta tendencia hist´
hunden las ra´ıces de las causas internas de la p´
erdida del sentido nacional en que estamos inmersos, como
orica, y de una crisis de fundamentos.
Esto no obsta, sin embargo, para permanecer indiferentes ante ello; pero s´ı que es necesario atacar lasra´ıces del problema y no sus meras manifestaciones formales. De nueva cuenta, al sistema educativo nacionalen su conjunto, pero espec´ıficamente a las institucciones de educaci´
an sentarse las bases para la posible soluci´
on sea, en verdad, un proyecto colectivo a futuro.
Una v´ıa es, efectivamente, que las diversas “naciones” que coexisten en la naci´
volverse como tales, hacia s´ı mismas, en su primaria identidad, antes que nada; regionalizaci´
as vital que emanada de cualquier escritorio en el centro de la Rep´
olo porque corresponda a una obligada vecindad geogr´
afica, sino a un sentido y un destino comunes ante
Es -o puede ser- el caso de nuestra frontera norte. No s´
olo es el linde entre dos mundos -el “desarrollado” y
el “subdesarrollado”, por decirlo de alguna manera, -y, en el que aqu´
de un espejismo obsesionante, sino que este “mundo”, el centro de M´
con sus identidades espec´ıficas, de otros “pa´ıses”, en rigor, dentro del pa´ıs llamado M´
erdida de la mitad del territorio nacional. Si bien
un se dice- la historia nunca se repite, no menos cierto es que en much´ısimas ocasiones
s´ı presenta semejanzas terribles con su propio pasado. Hoy tal vez no haga falta el despojo f´ısico; basta ysobra con el que se ha consumado en la esfera ´ıntegra de nuestra vida cotidiana: en lo econ´
lo cultural; basta y sobra la cancelaci´
carencias y las v´ıas para enfrentarlo, para que nuestra situaci´
on de “colonia” quede, en lo real, manifiesta. Y
de lo que se trata es de sacudirnos esa mentalidad del colonizado que act´
de su realidad sino de la que le es impuesta desde afuera, o, para peor, la que ´
on del mundo, en suma, la cultura en tanto totalidad coherente peculiar a
este conglomerado humano llamado sociedad mexicana, su realidad que el mundo moderno impuso cano sifuera la nuestra (que esto es, a fin de cuentas, el coloniaje) es lo que tenemos, por necesidad, que recuperar,o que crear, en su caso, como v´ıa ´
on de esa identidad hoy en trance de perderse, ese rehacer el “modo de vida”
nacional (entendido como el “hacer-se” de cada una de las “naciones” que nos integran) implica, por lo dem´
historia, econom´ıa, sociedad, cultura, educaci´
on, tendr´ıan que ser objeto a la vez que sujetos de ese cambio,
on radical de sus propios supuestos y, por tanto, de la de sus fundamentos, al igual que
ciencia y tecnolog´ıa, medios masivos de comunicaci´
on y agricultura, por citar algo; todo, en suma, lo que
conforma el hacer nacional cotidiano y que hoy, a la luz de los hechos, no es sino una imagen deformada quese proyect´
o en un espejo igualmente deformado.
epocas de crisis, saber que se es, individuo, regi´
en el marco real del futuro que viene. Las instituciones de educaci´
on superior del pa´ıs tienen aqu´ı la tarea
nana, y a su propio futuro en tanto instancias educativas, que por
a que ser un pa´ıs por completo distinto del que las (falsas) expectativas que un “desarrollo”
y una “modernidad” ya inalcanzables, hasta hoy bosquejaron. Un pa´ıs m´
sus propios recursos y posibilidades, no que rechace lo que viene de afuera pero s´ı que, en vez de la calcaindiscriminada, seleccione aquello que en verdad lo nutra, no lo indigeste; una comunidad, sobre todo, capazde crear, de inventar sus propias formas de existencia com´
un, en lo regional y en lo nacional, de su econom´ıa,
de su historia, de su sociedad, de su lenguaje, su inserci´
on en lo nacional de la econom´ıa, de la cultura,
etc. Entonces s´ı, el pa´ıs necesario, el pa´ıs real, por tanto, saldr´
a del subdesarrollo, del coloniaje. Tambi´
on con un centralismo que ha actuado hasta hace poco como un colonizador interno, las
distintas “naciones” que conforman M´
“Ante el trance de tener que abandonar la nociva pedagog´ıa r´ıgidamente nacionalista del siglo XIX se haca´ıdo, para no frustrar la personalidad del ni˜
no, en el extremo igualmente nocivo de permitir que el ni˜
al fin de cuentas, lo que quiera. Y si dejamos de lado ahora la consideraci´
a teniendo en Occidente este hecho de que a sus miembros en trance de incorporarse a la vida
activa de la comunidad no se les imponga, mediante la transmisi´
del mundo, el marco dentro del cual deber´
an moverse para no contraer un destructor Weltschmerz, un dolor
del mundo, y nos preguntamos en cambio la raz´
on por la cual la comunidad ha desistido de transmitir a
on del mundo que los proteger´ıa y los impulsar´ıa, la respuesta, simple y desoladora,
es la de que la comunidad occidental carece hoy de una concepci´
ser transmitida. En efecto, en el centro de un torbellino que va destrozando uno a uno los valores sobre losque se asentaba la antigua concepci´
on y ante la cerrada negrura de un futuro excepcionalmente imprevisible
-salvo en la medida en que la imaginaci´
on opte por iluminarlo con los fogonazos de una guerra at´
con honestidad a sus hijos? Y este verdadero silencio -excepto en cuanto a lo t´
occidental en lo que respecta a los educadores, este callar sobre el futuro que por primera vez en muchossiglos se ignora tan radicalmente, este dejar la palabra a las inexpertas bocas juveniles -de las que parecer´ıaesperarse, en lugar de las previsibles puerilidades, la voz de una sibila que enunciase la frase m´
solucionar todos los problemas- es, adem´
as de un nuevo ´ındice del terror enmudecedor que el futuro inspira,
on propiciatoria de ese mismo futuro, al cual se rinde culto en la persona de los ni˜
omeno que se repite en las restantes funciones de la comunidad”.2
Identidad (individual, regional, nacional, de etnia o de clase) y cultura. Los dos t´
e se quiere significar con ellos? Hoy por hoy, el de la identidad (la m´
irreductible de todas, la de uno mismo) ha entrado, al igual que tantas otras cosas, tambi´
on va acorde con el de desnacionalizaci´
o podemos ser nosotros mismos, al tiempo que cada vez menos podemos o somos capaces de identificarnoscon alguien o algo. Nos vamos convirtiendo en sombras sin ra´ıces en ninguna parte. Las cosas, el mundode las cosas, se convierte cada d´ıa en m´
extrav´ıo de esos signos vitales de referencia para nuestra identificaci´
nos desubica, en tanto nos saca de quicio (nos desquicia) en nuestra relaci´
De aqu´ı la perplejidad y el desconcierto que hoy presiden nuestro hacer en el mundo, el sinsentido que,en una l´
ogica implacable, rige nuestros actos; da “sentido” (por parad´
ogica, que nuestro “hacer” se alce, frente a nosotros, “en figura
gigantesca y amedrentadora, a lo goyesco, entre c´ıclope y espantajo, y amenaza aplastar al hombre bajo sumasa: tema esencial del drama contempor´
aneo: las criaturas salidas de la invenci´
contra su creador, y el universo se colma otra vez de ´
on cerrada sobre el aterrorizado maquinista”.3
Cierto: el mundo se nos ha escapado de las manos, se nos ha ido de nuestros alcances (y esto vale tambi´
para las instancias educativas) y no sabemos bien a bien que hacer ante el, c´
somos capaces de entenderlo. Su desmesura y su complejidad (pero ´
“modernidad” le impuso) nos desbordaron, y la identidad nuestra con ese mundo que era -o sent´ıamos- hastahace poco nuestro, qued´
neza del hombre para con su mundo, se da ya en todos los
ordenes que conforman su vida: en la escuela, en el trabajo, en la familia, en la comunidad y, por extensi´
necesaria, en el quehacer nacional. Pero no s´
erdida de sentido individual, de identidad con la parte
es de lo cual, bien o mal, nos entend´ıamos. Cuando este entendimiento se rompe,
cuando cada quien se ve forzado a usar su propio “sin sentido” a todas y cada una de las cosas que lo cercan,el peligro de una real disoluci´
De nueva cuenta, a las instituciones de educaci´
on superior les tocar´ıa en esta recuperaci´
mundo, de la identidad del hombre para con ese mundo, un papel de importancia. Para ello, sin embargo, latarea inicial de esas instituciones tendr´ıa que ser la de buscar su propia identidad y su propio sentido paracon la naci´
on, la sociedad, la cultura, pero tambi´
on misma. ¿Puede y quiere hacerse esto? ¿Qu´
e se educa? De tan primarias preguntas, y referidas tambi´
podr´ıa salir el sentido de lo que hoy carece de sentido, la identidad con ello.
e es cultura? Ciertamente aqu´ı hay tema para tejer y destejer. Como tantas otras palabras, “cultura” ha
terminado por no significar nada en concreto. ¿De qu´
e se habla, pues, cuando se habla de culturas locales o
e se hace?; ¿se le saca de la manga como un mago
y se les impone, as´ı sea por la fuerza, a esa comunidad “carente” de cultura? Como todos los t´
as hoy que nunca- de contenido espec´ıficos, cualquier cosa puede ser denominada o impuesta como si
fuera cultura: lo que transmiten las estaciones, comerciales o no, de radio y televisi´
la prensa, los “comics”, ¿son “cultura” aunque, a lo mejor, “otra” cultura, producto de una sociedad, en locualitativo, masificada, extraviada?
Pero esto nos traer´ıa a otro problema necesar´ısimo de investigar, y m´
editos problemas generados por la irrupci´
omica y cultural, sin pasado y presente y, lo que es peor, sin
futuro, si prosiguen las actuales tendencias, ha bastado para hacer soltar por los aires cuanta teor´ıa, cuantajustificaci´
ogica se hab´ıa fraguado hasta ahora sobre el porvenir. Esto es, no sabemos qu´
cal ellas, por y para ellas. ¿Cursos de mec´
usica de los “parch´ıs”, piscicultura o filosof´ıa
an vs. Freud y Einstein, sin l´ımite de ca´ıdas? Hay, pues, una cultura “culta”,
3Pedro Salinas. El defensor, p. 125.
una cultura de “masas” y una cultura “popular” urbana; pero tambi´
el pa´ıs y una cultura juvenil y hasta una “contra cultura”. ¿C´
omo comunicarnos socialmente, culturalmente,
en este estallamiento de “culturas”, en esta dispersi´
on “cultural” en que estamos metidos, en esta quiebra
on del mundo” colectiva y coherente que es, que debe ser, a fin de cuentas, la cultura aut´
as grave. El problema de fondo es que, hoy por hoy, no tenemos nada que
omico, en lo pol´ıtico, en lo social, en lo cultural, en lo educativo,
nada en que cada uno considere tan vital para s´ı mismo y, por tanto, para los otros, que sea real y vitalmentecomunicable, aprehensible y comprensible, como para que una comunidad determinada, asumiendo comopropio tal mensaje, cambie de rumbo y se ponga en marcha.
nos de la cultura, pero tampoco la clase dominante) nada que decir, pero
tampoco hay nadie a quien le interese lo que, bien o mal, pudiera decirse. No hay di´
ologo, y esto porque no queda casi fundamento com´
un para mover, conmover, conscientemente,
La ruptura de los marcos tradicionales de referencia en que una determinada sociedad se desenvolv´ıa (queen esto consiste toda crisis de fundamentos: en la p´
erdida mayoritaria de sus valores) implica, por necesidad,
on de valores nuevos (en el supuesto de que existiesen) sino su extrav´ıo radical, el extrav´ıo de
la sociedad que se halla en tal trance, y que se ha visto tambi´
en arrojada de su “idea del mundo”, de su
en (que estemos) sordos; es que nada de lo que se dice (lo que decimos)
on, mejor dicho) haya nacido como problema en los ´
es consecuencia de ese extrav´ıo. Lo que est´
a en crisis es lo que se quiere o se pretende comunicar, y lo
a porque no se tiene, aqu´ı s´ı, nada que comunicar; nada coherente, vital, digno de que la otra parte lo
asuma como propio, como vitalmente suyo, vitalmente necesario para su comunidad, su nacionalidad.
on, un problema de fachada, sino de fondo: de qu´
a por s´ı solo. Para esto, sin embargo, hay que “idear”, que “inventar
ideas”, acordes con los problemas en que hoy la sociedad mexicana se halla inserta, e ideas para buscar ellenguaje com´
un y las alternativas comunes para resolverlos; hay que fundamentar tales ideas, darles sentido,
actica original en tanto que espec´ıfica; “idear” porque, si no se tienen ideas,
a, en crisis de fundamentos, justamente porque las ideas
en uso, las ideas que durante mucho tiempo le sirvieron de ropaje al hombre moderno, entraron en desuso,ya no nos quedan, pues, o a duras penas cabemos en ellas. Nos vemos, sin embargo, obligados a seguir dentrode ese ropaje inc´
util, y del cual tiramos en cuanto podemos o se nos cae de repente alguna pieza
porque no encontramos otro que nos quede a la medida de nuestra realidad y de nuestras expectativas paracon ella. Se nos hizo decr´
epita nuestra idea del mundo nuestro modo de vida, y como no sabemos, por falta
as, refaccionamos el ya obsoleto cuerpo ideol´
el (eso suponemos) seguimos adelante.
No seguimos, claro; no vamos a ninguna parte; y lo sabemos o lo presabemos, y por eso no comunicamosnada o lo que comunicamos no encuentra respuesta: porque desde que nace va en hueco y en falso, sin ra´ızni destino, sin puerto de llegada y sin destinatario: persona o naci´
on. Hablamos, s´ı, vociferamos, pero para
erdida) de fundamentos, de valores, de ideas generatrices, en lo subjetivo; en lo objetivo, la escasez y
as ese futuro “estado de sobrevivencia” que un futuro pleno de felicidad y dicha. No hay ideas,
sin embargo, para buscar la salida, no hay lenguaje com´
Pareciera, pues, que el progreso “sin l´ımites” ha tocado fondo, no tan s´
etico. En la desmesura que la “modernidad” trajo consigo, hasta las ideas acabaron por extraviarse.
on generalizada y los medios masivos de comunicaci´
masivo toda clase de expectativas, y hoy que se plantea la necesidad de edificar otro modo de vida, el c´
un, sin pregunta siquiera, en tanto que interrogar por el futuro aparece
Esta crisis de ideas, esta falta de ideas generatrices que se traduce -y no pod´ıa ser de otra manera- en lafalta de un horizonte vital para el integrante de la sociedad mexicana, pero no s´
futuro es necesaria y previamente ideado, imaginado, por el com´
obedece a muy complejas causas que es preciso deslindar desde luego y llevar a la pr´
La primera, indisolublemente ligada a la propia crisis de la “modernidad”, a los ideales en que el hombre“moderno” sustent´
o su existencia, implica, desde ya, la ruptura con lo que ha sido hasta ahora “su” vida, la
as que salvar, pueden contribuir a arrastrar, a
arrastrarnos a todos, al fondo y para siempre.
Tienen, no obstante, tales ideas su propia l´
ogica, y es ella, esa racionalidad devenida irracional, la que las
es de muertas. Las expectativas, por ejemplo, que buena parte de los integrantes de
un de ingresar a los goces que la “modernidad” promet´ıa, cabe ubicarlas en
No ve la sociedad hacia el futuro, no puede imaginarlo tal cual ser´
a, porque tiene los ojos vueltos al pasado.
En este mantenimiento de lo ido, los medios masivos de comunicaci´
on “moderna” del mundo) de ejemplar importancia, y al cual ni la sociedad
civil ni la sociedad pol´ıtica, suponiendo que les interesara, han logrado darle respuesta. La distancia entre lodeseado y lo que realmente se alcanza, lo que realmente podr´
a alcanzarse, crece, sin embargo, cada d´ıa, y en
tanto a cada quien, como integrante de una colectividad, se le desmoronan de continuo sus antiguos valores,no aparece nada que pueda sustituirlos. Luego, nos damos golpes de pecho ante el aumento de la drogadicci´
y el alcoholismo, el pandillerismo juvenil y la violencia desenfrenada. No es posible, desde luego, “inventar”valores, pero s´ı es necesario aportar los elementos para el marco imprescindible de referencia dentro del cualla sociedad mexicana habr´
nar su futuro; comunicarlo, a fin de que la sociedad modifique sus actuales
expectativas, y las nuevas se inserten en el pa´ıs que ha de ser ma˜
Su cantera natural son -debieran ser- los centros de educaci´
on superior. Hay que hacer que lo sean, mejor
estos enfrentados a su propia crisis e inmersos en la crisis global que nos sacude, sobrepasados,
en buena medida, sus objetivos iniciales por un crecimiento acelerado y muy poco coherente con la realidadque vive el pa´ıs, se han visto obligados m´
as que a anticiparse a esa realidad, a tratar meramente de no
quedar demasiado atrasados respecto a ella. Es aqu´ı donde debe venir esa reflexi´
los objetivos y funciones que las instituciones de educaci´
on superior tienen por cumplir en adelante, y que
on de sus actuales estructuras; reflexi´
sentido: si ha de seguir siendo -y mucho m´
un- una universidad de masas, debemos adaptarlas a ello con
na, pero sabiendo que son justamente eso: un problema, y
on alguna. O, en el otro sentido, si es preciso un vuelco tal que s´
nanza quienes de verdad se sientan llamados a ello.
Cierto: Aqu´ı topamos con las expectativas de una sociedad que ve en los estudios superiores, en la obtenci´
del t´ıtulo, no un fin sino un medio; no para el ejercicio vital de una profesi´
acomodarse en busca de status social y econ´
axime cuando los beneficios de esa masificaci´
superior no han sido muy claros para el pa´ıs real, pero s´ı, en cambio, han creado una casta de profesionalessin arraigo ni compromiso alguno, ya no con la naci´
on o la localidad que les dio origen, sino siquiera
para consigo mismos. Sin arraigo ni intereses que defender, como no sean los propios, son los generadores deese pa´ıs, por irreal plenamente dichoso, pero que ha detenido en lo real, como el “antipa´ıs” por excelencia,el ariete que ha descoyuntado a la naci´
ogica reside justamente en la ausencia de ideas o, en cuanto las hay,
suprimirlas de cuajo. De la medianidad cultural y la inercia depende, en buena medida, su sobrevivencia. Talmedianidad es apoyada “entusi´
sociales que ven en ella, por la v´ıa de los estudios medios y superiores, un modo f´
De un modo o de otro, la medianidad se ha instalado en donde nunca debiera hacerlo: en las institucionesde educaci´
on superior. Tal median´ıa no es, desde luego, imputable a las universidades mismas, sino al
desbordamiento -cualitativo y cuantitativo- de las expectativas de una sociedad, como la nuestra, que le hadado la espalda a lo propio como “modo de vida”. Hay que pensar en alternativas para que esos mecanismosde movilidad social y econ´
omica prosigan dentro de lo posible, pero sin que pasen, obligatoriamente casi,
nanza, saturando carreras cuya “utilidad” debe ser puesta seriamente en
entredicho. Por esa medianidad el pa´ıs paga un costo econ´
omico y social demasiado alto, y los problemas
omicos, la crisis de coyuntura, pues, por la que hoy cruzamos dif´ıcilmente podr´
on cantidad-calidad, o lo que es lo mismo, la mediocridad intelectual
dominante, no es, en s´ı, irresoluble. No son, las instituciones de educaci´
del facilismo y el espontane´ısmo hoy de moda, pero deben actuar como si fueran islas, sobre todo en susfunciones sustantivas, en su quehacer acad´
emico. Sea lo que fuere o acabe siendo la Cultura (ciencia y t´
reinante, es un imperativo para evitar su disoluci´
on definitiva, que ser´ıa la nuestra, la de la especie; pero
esto implica que los centros de educaci´
on primigenia: la de creadores de cultura,
esto es, de sentidos, de maneras de ser, individuo o naci´
on, cabal, plenamente, y no repetidores de formas
olo cuando se considera conveniente. Es decir, implica el desalojo de lo espurio y
entica. No en balde hoy tenemos demasiadas culturas y no
olo porque carece de ra´ıces, porque est´
a falta de fundamentos, sino porque no ha podido
onde dirigirse. Para peor, tal desorientaci´
y los charlatanes para quienes el quehacer cultural se convierte en negocio y en motivo m´
enticas de la cultura. El derrumbe de los marcos referenciales impide
situar claramente a esta “subcultura” de la crisis, y que va -o puede ir- de la “dian´
Mandino, y de las innumerables obras de sexolog´ıa y misticismo oriental a las fotonovelas de las escuelas dekarate, “subcultura” que amenaza convertirse en Cultura.
on y el chantaje. La cultura “culta”, la
que se hace en los centros de investigaci´
nanza superior cae muchas veces en ello, escondiendo, eso
eril. Es la cultura y el lenguaje de los antiguos
el discurso pol´ıtico, tienden no a resolver sino a oscurecer m´
un el panorama. El de las llamadas ciencias
on es un claro ejemplo de este retorno al lenguaje de los brujos; lenguaje y actividad, la de
la cultura “culta” y del conocimiento acad´
emico que, en muchas ocasiones, no hace sino ensanchar la brecha
esta en el esoterismo y la magia, y despreciando cada
No menos riesgosa es la contraparte de ese oscurantismo: el facilismo y el esquematismo. Cierto que lanuestra es una ´
atica y confusa, tiende a ser, aun inconscientemente,
que en ella concurren; el economicismo, por ejemplo, tan de moda, que ve s´
on por completo deformada, que ha hecho de la realidad innumerables cajoncitos.
olo al comienzo, de la crisis, y lo que se nos viene encima, lo que ni nuevos
estamos ni “generosas” reducciones de la deuda, ni ninguna otra medida de corte meramente economicista,
as grave y, justamente, aquello ante lo cual no estamos
preparados para afrontarlo. La crisis econ´
omica, con todo lo lacerante que resulta, excepto para unos cuantos
bienaventurados, no tiene salidas desde la “l´
siglos o hasta la nuestra y la de nuestros descendientes; o, dicho de un modo: no hay tal crisis econ´
sino una crisis de cultura que ha distorsionado, de ra´ız, nuestra concepci´
Esto, empero, es la fachada; pero, el hombre moderno, la cultura moderna, la “l´
en de fachada. Ahora, cuando lo ornamental se resquebraja, empieza a verse que
Crisis de cultura, en tanto crisis de fundamento y de sentido a nuestro quehacer cotidiano y hacia el medianoy largo plazo, crisis de una sociedad sin rumbo y sin metas: es el hoy pero tambi´
aguarda. Modificarlo, puede ser, en buena medida, obra de una educaci´
a de los espejismos y las modas. No queda sino suscribir lo que en
entrevista reciente dijera el maestro Eduardo Nicol: “La crisis que estamos pasando en M´
y radical crisis, es crisis de paideia, crisis de la educaci´
exico, como en casi todas las partes del mundo, deformado. No tiene forma.
Habr´ıa que buscar el modo de restablecer la paideia mexicana. . . una manera especial de ser hombre en laforma de ser mexicano”.4
4La Jornada. 26 de marzo de 1989, p. 25.
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Alexandra OʼConnell Overview: Alexandra is a freelance medical writer and editor specializing in educational and promotional campaigns. She has created informative content and edited a range of print and digital materials, including websites and brochures. Examples of her assignments include detailing the following therapeutic areas: ADHD, Alzheimerʼs, chronic obstructive pulmonary dis